Escuelas de fútbol y preparadores

Algo completamente necesario para el fútbol moderno, que bien aplicado dotaría a este de un plus de calidad. Pero, por desgracia, en la mayor parte de las ocasiones no es así. En primer lugar porque muchas de ellas dejan a un lado su faceta didáctica para dar casi única y exclusivamente prioridad al negocio. Pero tal vez lo más importante sea la falta de cualificación de los profesionales, de los entrenadores, que allí prestan sus servicios. Su responsabilidad, generalmente, la de enseñar fútbol a niños y adolescentes, con todo lo que ello conlleva, no es proporciona a su formación.

Y tampoco a los resultados que deben prevalecer en una escuela, que tienen que ser distintos a los de un club de fútbol competitivo. Allí hay que formar niños para que aprendan al fútbol, independientemente de las expectativas deportivas de cada uno. Unos, si acaso, acabarán desarrollando su actividad a nievel profesional y otros, los más, en Tercera, en Regional o en el equipo de su pueblo. Pero todos los padres pagan, todos tienen derecho a la misma formación y a los mismos minutos de juego. Una escuela, sea de la índole que sea, tiene que cubrir también su parte empresarial, Pero no sólo puede ser un negocio.

La solución a todo ello vendría de una regulación por parte de las administraciones competentes en la materia, que son las encargadas de dotar de justicia y equidad a estas entidades, y por ende, a los padres que pagan y a los alumnos. Dejar esto dentro del entramado federativo sería un error, ya que las federaciones, habitualmente, están atadas a otros intereses.