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Gerardo Cebrián, especialista en atletismo y comentarista de Al Límite (Radio Marca)
11/06/2024 La excelencia federativa
No me gusta personalizar en nadie, pero en esta ocasión me centraré en la situación de una atleta ejemplar, Irene Sánchez-Escribano, a quien una lesión la impidió ser olímpica en Tokio. Ojalá revierta su actual situación, porque ahora es víctima de la absurda norma de la RFEA de exigir a los atletas una cuota por encima de la cuota que ya marca la WA.
En realidad, esos atletas, ya están dentro de la cuota fijada por WA. Me explico. Hace años, la IAAF (ahora WA) fijaba una mínima de participación y todos los atletas (hasta un máximo de tres por país, como ahora) accedían al campeonato, ya fueran 46 atletas en longitud o 32 en pruebas combinadas. Ahora, la WA cierra la participación en un número fijo de atletas por prueba, 56 en velocidad, 30 en concursos o 24 en combinadas… Es decir, establece una cuota de calidad, a la que se llega superando una mínima mucho más cara que hace años o a través de un sistema de puntos en función de las marcas logradas en las competiciones del calendario. Digamos, por tanto, que es la propia WA la que ya impone un sello de excelencia en sus competiciones. Antes competían todos los atletas con mínima y ahora fija un tope por prueba, por eso, en España no se entiende que la propia RFEA imponga una cuota sobre la propia cuota. Y se entiende menos aún, que dos exatletas de élite, el presidente de la RFEA (Raúl Chapado) y su director deportivo (Antonio Sánchez), cada uno en su papel, uno como inventor y otro como “aplicado aplicador” de la norma, sean los que le pasen la patata caliente a un sumiso seleccionador (José Peiró) para consumar el desastre. Tampoco se entiende que los principales afectados, atletas de concursos (saltos y lanzamientos) y de pruebas combinadas, sectores hoy en horas bajas en España, sufran las consecuencias de tan nefasta política, por mucho que la actuación en Roma, en Múnich o en Berlín, los tres últimos Europeos, sea extraordinaria. Son sectores que necesitan ayuda, no trabas. Menos aún se entiende (aunque en realidad no se entiende nada) el silencio cómplice de unos y de otros, bien por “agradecimiento” en algunos casos, o por miedo, en otros, a las consecuencias de opinar en público discrepando de la corriente oficial. Por supuesto, que a los agentes externos (medios de comunicación) ni están ni se les espera, salvo muy pocas excepciones, por si acaso... Una política (vuelvo con Irene, pero común a otros casos) que nos lleva a una situación estrafalaria, que da pie al bochorno, cuando vemos a una atleta compitiendo estresada en una final de un campeonato de Europa (su tercera final, por cierto), más pendiente de lograr un registro (9:27.00) que de clasificarse lo mejor posible, cuando la atleta en cuestión ya cuenta con un registro logrado en 2023 de 9:20.04, tres segundos menos que la súper-mínima de WA (9:23.00) que le da acceso directo a los JJ.OO. Es decir, el enemigo en casa. Irene (perdón por personalizar otra vez, pero es el caso más vigente), además de una atleta ejemplar, es miembro de la Junta Directiva de la RFEA y desde dentro del sistema ha defendido los intereses de los atletas españoles. Ahora, con la RFEA inmersa en un proceso electoral que concluirá con la reelección de Raúl Chapado, ha dimitido para cumplir con el reglamente electoral, lo mismo que el conjunto de la Asamblea, pero me pregunto si continuará con ganas de seguir clamando en el futuro contra la insensibilidad federativa o mandará al garete formar parte de ese sistema, que ni escucha, ni atiende. Podría explicar el caso de Álvaro de Arriba, cuarto en Roma a un paso del bronce, que tiene puntos en el Road to París, pero no tiene la dichosa mínima de excelencia federativa. ¿Qué es más excelente, el cuarto puesto en Roma o 1:45.20? Tengo más casos, pero lo dejo por ahora, por si acaso la sensatez abre puertas y ventadas en la Avenida de Valladolid. Gerardo Cebrián, especialista en atletismo y comentarista de Al Límite (Radio Marca)
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